El peligro está en las redacciones. Esa es una verdad. Pero también lo es, que hay mucho más peligro fuera de ellas: presiones, ataques, amenazas, ahora te retiro la publicidad, llamaditas a dirección por escribir un artículo que se sale del mero dictado en una rueda de prensa, etcétera. En fin, da para empezar y no acabar. Y esto en una España democrática y en el periodismo local.
Aunque la verdad es una entelequia, informar es una ciencia
Por eso, hoy también, un viva por los periodistas que en otros países arriesgan su vida -se la dejan incluso- o que en España viven amenazados a golpe de pescozones por sus líneas editoriales o ataques externos. O incluso privados de trabajo (es otra forma de acabar con una persona) por ejercer su deber y derecho a informar. Se llama Ciencias de la Información. Y aunque la verdad es una entelequia, informar y ser objetivos es una ciencia, obligatoria de practicar en una sociedad sana en libertad.
Pero hoy voy a hacer una crítica interna. Y no será porque no tenga material para críticas externas, muy particularmente, de políticos e instituciones públicas (las de todos, las nuestras). Y cómo no, casos muy evidentes en este estado de alarma, donde incluso hemos vivido cómo el CIS nos hace una pregunta reorientada para que contestemos que sí a “¿Le gustaría bla, bla bla bla …remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales?”. En román paladino “quiere que se la metamos sin que se dé cuenta”.
Esther Esteban: "Sin periodistas no hay democracia"
A estas alturas quiero parafrasear a una periodista toledana Esther Esteban, que hasta la saciedad dice “sin periodistas no hay democracia”. Lo dice cuando da un discurso, cuando se está tomando un café un día cualquiera o cuando tropieza con una piedra. A mí me pasa lo mismo.
Mi primer pescozón
Pero a mi mini anécdota. No recuerdo si tenía contrato o estaba aun de becaria. El caso es que ese primer pescozón “literal”, me abrió los ojos. La suerte que tuve es que lo recibí muy pronto para empezar a combatirlo, también muy pronto.
El director de un medio de comunicación de Toledo (no periodista, ni lo era ni lo es), se empeñó en fabricar para el día siguiente –se debería creer ingeniosísimo- una noticia a favor de la libertad de expresión. ¿Qué se le ocurrió? Pues redactar él mismo en su despacho y sin contar con nadie un manifiesto donde todos sus empleados, de manera “voluntaria”, firmáramos "su" manifiesto prefabricado tachando de nazi, poco más o menos, a un candidato autonómico por impedir la entrada de un periodista a una caravana electoral.
No recuerdo el motivo que ese candidato había tenido para llegar a ese extremo. Ni siquiera me informé si ello había sido cierto o en qué condiciones se había producido el suceso. Solo sé que asistí en vivo y en directo a la fabricación de una noticia manoseada y maniqueista y que ese director nos “obligaba voluntariamente” (me encanta este oxímoron tan presente en nuestras vidas) a firmar en contra de ese candidato. Todo ello sin información suficiente, aunque con una intencionalidad pasmosa y para más inri enarbolando una envenenada bandera de la libertad de expresión, que al día siguiente se convertiría en portada "inflada" en contra de un tercero. Y de un interés político partidista, que huelga explicar. De lo contrario, ya te digo yo que ni se hubiera molestado en redactar "su" manifiesto.
Así se fabrican algunas noticias. Estos días también ha habido fabricaciones muy “potitas” de elaboración internacional, pero igual de arcaicas en su proceso de cocción. Luego la cuento, que es muy graciosa, por simplona.
Y terminé con mis narices pegadas a las páginas de un periódico
Lo cierto es que yo, pueril, me negué a firmarlo y literalmente me dio un pescozón que me hizo terminar con mis narices pegadas a las páginas de un periódico que en ese momento leía, al son de “tú sigue leyendo eso… y no firmes si no te da la gana”.
Lógicamente, en cuanto pude salí huyendo de ese medio. Pero cuánto aprendí. Aprendí del periodismo del bueno, del buenísimo de mano de mis aguerridos compañeros, y del malo y tendencioso de manos de su director. Aunque aún le sigo agradeciendo que me abriera tan pronto los ojos a la porquería informativa. Eso de dar las gracias por todo, lo aprendí décadas más tarde. Ahora se lo agradezco.
¿Cómo fabricar una noticia a nivel internacional?
Os cuento por daros un poco de palique, otra “cocción” de una noticia esta de carácter internacional. Esta ha sido fabricada por el Gobierno de España hace pocos días -no es tan pueril ni lejana como la mía- y ha tenido un recorrido mucho más majo, internacional.
Resulta que el Gobierno informó a “The Guardian” sobre unos datos de la pandemia, bastante positivos, sobre la gestión en España. Entonces, el presidente del Gobierno de mi país, que avispado es un rato, aprovechando esta publicación tan prestigiosa -todo lo que se expresa en otra lengua parece que tiene más caché... me río yo- en una de sus comparecencias semanales dijo “Pues miren señores, según The Guardian España ocupa un buen puesto en el ranking de la buena gestión de la pandemia a nivel internacional”. Se quedó tan ancho y nosotros, tan conformes.
Entonces, llegó un periodista tercero, en este caso de El Mundo, y llamó a The Guardian y le pidió, si era posible, que le informara sobre quién o qué institución era la fuente informativa de esos datos que habían publicado y que en tan buen lugar dejaban, gracias a Dios, a España. Sabéis que las fuentes son sagradas. Pero en este caso, no hubo discusión, el colega inglés le dijo sin reparos al periodista español “pues tú Gobierno, fuentes oficiales”.
En fin, por mis colegas periodistas. Por todos los que han recibido un pescozón, o dos o tres a lo largo de su vida (venga de donde venga ese pescozón), por la manipulación a la que somos sometidos, por las presiones, por las condiciones laborales en las que se elaboran esas informaciones a la velocidad del rayo... y como decía mi amigo Francisco Javier Rojo: “No os calléis ni debajo del agua… los pescozones hacen fuerte… y tienen efecto rebote”.